Por favor publicar vuestras experiencias

[Leire Rosenda Solsona Silva]

A mí me estafaron de una forma más profesional, pero también dolorosa. Contraté una empresa para reformar mi casa y me pidieron adelantar parte del pago para “asegurar los materiales”. Días después, dejaron la obra a medias y nunca más supe de ellos. Fue una experiencia terrible, y ahora siempre pido contratos detallados antes de hacer cualquier pago.

[CristObal Arnau]

Lo mío fue otra historia: vi un anuncio de alquiler de casas de vacaciones en una plataforma desconocida, con fotos increíbles y precios atractivos. Reservé con antelación, pero cuando llegué, la dirección era un terreno baldío. Nadie respondía mis correos ni llamadas. Perdí el dinero y las vacaciones, y ahora solo reservo en plataformas reconocidas con reseñas confiables.

[Dionisio Diego Galiano]

Recibí una llamada de “Microsoft” diciendo que mi computadora tenía un virus grave y que necesitaban acceso remoto para arreglarlo. Les di acceso y luego empezaron a pedirme dinero para resolver problemas. Fue aterrador ver cómo manipulaban la situación. Tuve que llevar mi computadora a un técnico para arreglar el daño.

[ROmulo RamIrez Batalla]

Me siento tan identificada. Hace poco compré un billete de tren en una app que encontré por casualidad. Todo parecía en orden, pero cuando llegué a la estación, el código QR no funcionaba. Al contactar con la empresa, no respondieron. Perdí el dinero y tuve que comprar otro billete. Desde entonces, solo uso las apps oficiales de transporte.

[Roque Arribas Llorente]

Y yo caí en una “oportunidad única” de inversión en vinos. Supuestamente, los vinos aumentarían de valor con los años y me garantizaron una compra “exclusiva”. Resultó ser una estafa, y cuando intenté vender las botellas, nadie las valoraba. Me quedé con unas botellas de vino comunes y una lección muy cara sobre no creer en promesas de inversión rápida.

[Perlita Bustamante Palomares]

Buscando empleo, vi un anuncio de una empresa que parecía de prestigio. Me hicieron una entrevista y luego me pidieron un pago para “gestión administrativa”. Lo pagué, y después desaparecieron. Resultó que la empresa ni siquiera existía. Aprendí a nunca pagar para obtener un empleo.

[Alberto Quintero Iglesia]

A mí me pasó algo muy parecido, pero con un billete de avión. Vi una oferta en una página que decía tener “precios de última hora” y decidí comprarlo. Todo parecía normal hasta que llegué al aeropuerto y me dijeron que mi reserva no existía. Al intentar contactar con la página, ya no estaba disponible. Una experiencia frustrante que me enseñó a ser más cuidadoso.

[Ricarda Arribas Bejarano]

Un hombre bien vestido me abordó en la calle ofreciendo “oro puro” a un precio increíble. Me mostró pruebas y me convencí de que era una oportunidad única.

[Ciriaco EchevarrIa Escudero]

Hice una compra de muebles en línea en una tienda que tenía reseñas buenas. Pagué, y hasta recibí un correo con la fecha de entrega. Nunca llegaron, y después vi que las reseñas eran falsas. Aprendí que hay que revisar la reputación en sitios confiables y no solo en la tienda misma.

[Guillermo Somoza]

En redes sociales, vi una “influencer” vendiendo ropa de diseñador a precios de remate. Al contactarla, me pidió un adelanto, y luego desapareció. Después, descubrí que la cuenta estaba llena de quejas de personas que nunca recibieron nada. Aprendí a no confiar solo en la apariencia de cuentas en redes.

[Vicenta Aroa AragOn Coll]

En mi situación fue con el banco. Me vendieron un seguro hipotecario que, supuestamente, me protegería en caso de desempleo. Cuando lo perdí, resultó que el seguro no cubría mi situación particular. Además de quedarme sin trabajo, quedé sin protección y con deudas. Los bancos también estafan, solo que con más elegancia.

[Nuria Molina]

En mi caso, vi un anuncio de una tienda online que ofrecía descuentos en tecnología. Compré una tablet a un precio increíble, pero cuando llegó, era una imitación que ni siquiera encendía. No hubo forma de reclamar. Aprendí a desconfiar de los descuentos exagerados, sobre todo en dispositivos electrónicos.

[RaUl Bueno Gallart]

En una tienda en línea vi una oferta increíble de electrónicos. Parecía confiable, así que compré un celular. Pagué, pero nunca recibí nada. Al investigar, descubrí que era una página clonada que copiaba la imagen de una tienda real. Desde entonces, reviso siempre el dominio de las páginas donde compro.

[CAndido Coronado Pardo]

Una “empresa de inversiones” me prometió retornos altísimos si invertía una pequeña cantidad. Los primeros meses recibí algunas ganancias, pero luego cerraron sus cuentas y no volví a saber de ellos. Perdí mucho dinero y aprendí que las promesas de ganancias rápidas suelen ser estafas.

[Edmundo Peinado]

Mi caso fue distinto pero igual de sorprendente. Encontré un anuncio de un coche clásico en venta a un precio muy tentador. El vendedor me dijo que tenía que hacer una reserva porque mucha gente estaba interesada, así que hice una transferencia. Después de unos días, el anuncio desapareció y el vendedor me bloqueó. Perdí el dinero y el coche, y aprendí que no se debe transferir nada sin ver el producto en persona.

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