Hay muchos tipos de acoso

[Ignacio Sastre Seco]

Durante mi época escolar, un compañero me acosaba con mensajes y burlas frente a otros. Lo reporté a los profesores, pero nunca tomaron medidas serias. Fue un año difícil en el que me sentí desprotegida y aislada. Hoy en día, la falta de acción sigue siendo algo que me duele.

[Piedad MArquez Cueto]

Durante un curso, un instructor comenzó a enviarme mensajes personales. Al no responder, su actitud en clase cambió y empezó a señalarme por cualquier error. Fue acoso y abuso de poder que me hizo dudar de mi capacidad. Luché por no dejarme afectar, pero fue un proceso difícil.

[Benita Alfonso]

En mi empleo, mi jefe siempre me asignaba más trabajo que al resto y me llamaba a reuniones innecesarias fuera del horario laboral. Me trataba diferente y se sentía como una especie de castigo. Era acoso laboral, y cuando lo denuncié, me dijeron que era parte del «ambiente laboral».

[IvAn DIez]

Mi antiguo jefe me llamaba a su oficina solo para hablar de cosas personales e incomodarme. Cuando lo rechazaba, empezaba a asignarme tareas imposibles y a criticarme públicamente. Fue un acoso laboral que minó mi autoestima y me llevó a buscar otro trabajo para sentirme tranquila y respetada.

[Natalia Mata]

Tuve un superior que siempre me llamaba a reuniones privadas y hacía comentarios personales que me incomodaban. Al expresar mi malestar, sus actitudes se volvieron más sutiles pero igualmente intimidantes. Fue un acoso laboral que duró hasta que decidí cambiar de empleo por mi salud mental y emocional.

[Rufina Sanmiguel Exposito]

Mi supervisor aprovechaba cada oportunidad para hacerme sentir menos con comentarios sobre mis capacidades y género. Era constante y afectó mi confianza. Cuando decidí hablar con recursos humanos, su respuesta fue que «así era él». Sentí que no tenía salida y que el acoso laboral era tolerado.

[Mar Morcillo Royo]

Sufrí acoso escolar desde primaria hasta secundaria. Me aislaban, inventaban rumores y me empujaban en los pasillos. Cuando lo mencioné a mis maestros, decían que eran cosas de niños. La falta de acción hizo que la situación se extendiera y dejó secuelas en mi autoestima.

[MarIa JesUs Ferrer LujAn]

Durante una práctica profesional, un supervisor me trataba con comentarios y gestos incómodos. Cuando hablé con mi tutor, lo minimizó como una «broma». Me sentí sola y expuesta. El acoso en ese lugar me dejó pensando que debía aguantar situaciones así para progresar en mi carrera.

[Evangelina Nuria Pina Querol]

Tuve un jefe que constantemente me pedía salir y al rechazarlo, mi carga de trabajo se duplicaba. Las oportunidades para ascender desaparecieron y el ambiente se volvió tenso. Fue acoso laboral evidente y, sin apoyo, tuve que dejar el empleo para proteger mi integridad emocional.

[Mariana JuliA]

Durante la secundaria, un compañero solía seguirme después de clases y hacer comentarios intimidantes. A pesar de contarle a mis padres y profesores, las medidas fueron mínimas. Sentí que el acoso era invisible para los demás y aprendí a vivir con miedo hasta que se graduó y finalmente me dejó en paz.

[Adelaida ChacOn Carmona]

Un compañero en el trabajo hacía comentarios sobre mi cuerpo y siempre buscaba acercarse más de lo necesario. Me incomodaba, pero sentía que si hablaba perdería mi empleo. Al final, el acoso me llevó a buscar otro trabajo y entendí lo importante que es no callar esas situaciones.

[Modesta Reguera Jove]

En mi trabajo, un superior hacía comentarios sobre mi apariencia y me ponía en situaciones incómodas frente a los demás. Intenté ignorarlo, pero al pedir que parara, su actitud se volvió más hostil. Fue acoso laboral y me dejó sintiéndome vulnerable y sin respaldo de la empresa.

[Virgilio Salazar Fonseca]

En un trabajo anterior, un compañero se obsesionó conmigo y comenzó a enviarme mensajes fuera del horario laboral. Al pedirle que parara, se volvió agresivo y comenzó a sabotear mi trabajo. El acoso se convirtió en una pesadilla diaria y la empresa no intervino hasta que decidí irme.

[Amado Alberto]

En la universidad, un compañero me perseguía y me esperaba fuera de clase para hacer comentarios insinuantes. Se lo mencioné a mis profesores, pero no hicieron nada hasta que la situación escaló. Me sentí desprotegida por mucho tiempo, hasta que encontré apoyo fuera del entorno universitario.

[Milagros FAbregas Nadal]

En la escuela, fui víctima de acoso por un grupo que me hacía burla constante. Llegaron a empujarme y a romper mis cosas. Los profesores eran conscientes, pero nunca intervinieron de manera efectiva. Me sentí sola y sin apoyo, una experiencia que marcó profundamente mi adolescencia.

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